jueves, 24 de mayo de 2007

Correspondencia (real) con el Don Arturo Arango (y Parreño)


La debatida cuestión de la doble identidad que se me atribuye (Enrisco y Enrique Del Risco) estuvo presente en una iluminadora aunque breve correspondencia con el archiconocido escritor Arturo Arango. Hace años en algún ensayo este me atribuyó equívoca e indistintamente la personalidad de uno y de otro. Por eso algo molesto le reproché a dicho Arango el haberme confundido con el tal Enrique Del Risco. Arturo Arango, que luego ganaría más fama y gloria aún con la llamada Guerrita de los emails, tras la cual más nunca podrá hablarse de censura en Cuba (so pena de cárcel) en la breve respuesta que me dedica ya empezaba a afilar las armas de quien con el tiempo se convertiría en uno de nuestros más respetados rebeldes cibernéticos.

Estimado escritor Arturo Arango:
Ha llegado a mí, ya ni siquiera recuerdo como, (esos son los tristes resultados de la tan cacareada globalización: nos atiborra de información y a cambio nos arranca la memoria) un trozo de una polémica que sostuvo hace un tiempo con otro escritor cubano. Ni el contenido ni el resultado de la polémica me interesan aunque sí, y este es el motivo de esta misiva, la mención que usted hizo de mi humilde, pero no por eso menos respetable, nombre. Que me hubiera mencionado no es el problema sino que, a lo que logro entender, usted de algún modo insinúa que Enrisco y Enrique Del Risco son la misma persona. Supongo que cierta eufonía entre nuestros nombres respectivos fuera el origen de tal confusión pero una figura pública como usted debiera ser más cuidadoso y evitar errores que injustamente confundan y empañen mi nombre. Conozco al autor que menciona, Enrique Del Risco y por esa razón me extraña que alguien pueda confundir mi personalidad y obra, sencilla pero llena de vigor y claridad de estilo, con la de Del Risco, mucho más pretenciosa y, a la larga, ramplona. Él ha publicado un libro de lamentable título (Lágrimas de cocodrilo) mientras en cambio los míos (Obras encogidas y Pérdida y recuperación de la inocencia) desde su nombre tienen la mezcla de ingenio y lirismo que me caracterizan. Él concede entrevistas mientras que yo no, pues nunca me las han solicitado. Él aspira a ocupar algún escaño en nuestra República de las Letras en tanto que yo, humilde servidor de las letras, no me propuesto trascender, sino humildemente dar testimonio de mi tiempo, como paseando un espejo a lo largo de un camino para que al final, como ocurre con el espejo de cualquier camión, ese espejo termine cubierto por la huella de su tránsito por este mundo: o sea, cubierto de polvo. Y le pregunto estimado Arango ¿le gustaría que por ejemplo en algún artículo o viñeta yo anduviera confundiéndolo con su colaborador Parreño aunque siempre se les suela mencionárseles en conjunto? ¿O con la afamada Orquesta Arangón? Júzgueme por mis actos, pues toda persona, posea o no el don de la escritura es responsable de lo que hace. Pero para ello la primera condición es que se respete su identidad intransferible y no se le ande asociando con el primero cuyo nombre se le parezca. Esto me hace recordar una anécdota, lamentablemente verídica, que me ocurrió. Habiendo pedido un libro del poeta César López en la biblioteca municipal de la Habana Vieja, la bibliotecaria me respondió: “No te lo puedo prestar porque uno de los dos Césares, López o Leante, está prohibido y ahora no recuerdo cuál...o si son los dos”. Como comprende no es tiempo ni lugar de andar confundiendo la identidad de las personas de modo que le agradecería que reparara un error, que supongo no intencional, del modo que estime conveniente. Esperando que quede pronto subsanado su error se despide de usted, su servidor, Enrisco
PD. Y recuerde dármele saludos a su colega Parreño.




Enrisco: su carta me ha llenado de estupor y de vergüenza. Tiene usted toda la razón: pensé, hasta recibirla, que Enrisco y Enrique del Risco eran la misma persona. En realidad, no he leído libro publicado de uno ni de otro (no recuerdo haber visto sus libros), aunque sí creo recordar que alguna vez conocí a uno de ustedes dos, y seguí dando por sentado que eran la misma persona. Lo otro que me asombra es que hasta el momento nadie me haya sacado del error. Tiene usted toda la razón para enojarse, y le ruego acepte mis disculpas. Haré lo posible por enmendar ese lamentable error.
Arturo Arango

Muy querido escritor Arturo Arango y Parreño:
Valga su pronta y sabia respuesta (ya lo dice el proverbio "... rectificar es de sabios" y no seré yo quien le escatime su sabiduría) para elevar su cotización en la bolsa de valores de mi estima. A quien habrá visto alguna vez fue al tal Enrique Del Risco supongo que más dado que yo al roce social con lo más granado de la inteligencia habanera. Me dice que no conoce mi obra ni la de mi cuasi tocayo. Lo segundo apenas me interesa en lo anecdótico pero lo primero le confieso que me abruma en no poca manera. No se trata ya que mi insignificancia resplandezca con tal magnitud incluso ante sus escrutadores ojos (es que así trato de imaginármelos) sino que temo algo mucho peor aún. Cierto que mis dos libros publicados hasta el momento abundan en el defecto o virtud de la brevedad y vistos por el lomo apenas harían reparar la atención incluso de un atento observador como usted. Pero a mi temor lo abona la posibilidad de que por alguna razón, quizás la misma que lo indujo a cometer a usted mismo el error que le reclamé en la primera misiva, haya llevado a un funcionario, no menos oscuro que yo como escritor, a confundirme quien sabe si con alguno de los Césares (López o Leante) que antes le mencioné (¿o son uno los dos? que diría el apóstol) y por tal razón decidiera enviar mis libros junto con mi nombre al círculo infernal de los blasfemos y por tanto no aptos para la lectura. ¿Sabe usted algo al respecto? En tal caso ¿podría hacer algo para ayudar a limpiar a limpiar mi nombre deslindándolo ya no sólo de Del Risco sino incluso de los dos Césares. Tenga en cuenta que no tengo la suerte de usted, cuya fama y libros recorren todo el orbe y, por añadidura, en ejemplares más gruesos que los míos a la vista de cualquier visitante de librerías y bibliotecas. Yo mismo no me he podido sustraer a la curiosidad y he leído los lustrosos lomos de sus libros "Discurso sobre la agricultura en Cuba y medios de fomentarla", "Informe al Rey sobre la condición de los esclavos en Cuba" o "Estudio sobre los males y remedios que en la isla de Cuba tiene el ramo de tabacos". Se le nota un gusto por lo histórico más que loable. Mirando y buscando he ido poco a poco dándome cuenta del tamaño error que he cometido. En realidad usted y Parreño son uno los dos como los Césares de marras. No sabe la verguenza que siento ahora mismo luego de haberle pedido que saludara a su supuesto colega. Ya sabe lo sensible que soy al tema de la identidad y por eso mismo tengo preguntas adicionales que hacerle. ¿Cómo es que he encontrado que se llama en realidad Francisco y no Arturo como hasta ahora creía? ¿Qué explicación tiene que lo declaren muerto en 1837? Y en cualquier caso ¿qué explicación tendría que en el pequeño Larousse que poseo (ya sabe que lo de pequeño es sólo un eufemismo) no mencionen a ningún Arturo Arango y Parreño o ni siquiera a ningún Arturo Arango? ¿Se trata acaso de una conspiración de silencio? ¿O de la Conspiración de la Escalera? ¿O la de los Pasillos que es donde, según se dice,se suele conspirar en la UNEAC? Porque en tal caso debe saber desde ahora que contándome entre los afectados por el mismo mal puede también contar con mi computadora para librar las batallas que haya que librar y restaurar su alabado nombre que, por cierto, me gustaría que me aclarara cuál es en definitiva. Agradeciéndole su atención dé por sentado que para todo lo que le he dicho puede contar con este seguro servidor, Enrisco

1 comentario:

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Segunda Carta a Enrisco

Ex_timado En_risco:

Luego de encontrarte por tercera vez (espero que sea la vencida, no la ven-SIDA) y por suerte no en Encuentro, es obvio que te mereces otra carta por tu desaparición de los predios artístico-literarios del ex_ilio cubano.

Desde mi primera declaración de la sábana hasta hoy han transcurrido nueve meses y la principal no-ve-edad que quisiera comentarte es que, por fin, nos encontramos en la misma situación de ex_iliados. Resultó, que desde que me propuse tomarme en broma esto de la litera-dura con el propósito de aparecer algún día en tu Pequeño Larousse, se me hicieron incontrolables los deseos de traspasar, definitivamente, la barrera que me imponían los Canarreos, pues, después de 40 años escuchando, en el menticiero de la telaví-sión cubana, sobre la situación tan crítica e insoportable en que se encontraba el capitalismo mundial, la tentación de venir a ver, personalmente, su inminente y estrepitosa derrota me fue sencillamente insoportable, entonces “me empadroné en Marbella / en una suite de una estrella / con mi palillo de dientes, / vacilando de costao / donde corta el bacalao, / la jet set del delincuente. / Donde los jeques / blanquean los cheques del petrodólar / y marean a don Quijote / con un lingote de pepsi cola.”

Te confieso que lo que más me ha sorprendido, al llegar aquí, es de lo mal informado que están los capitalistas acerca de su inminente descalabro. Al parecer nuestro Invisible Coma-andante en una de sus más brillantes estrategias les ha ocultado hasta el último momento la terrible noticia de la desaparición de la sociedad de consumo y del pronto advenimiento del Paraíso Quinquenal. La técnica empleada no deja de admirarme cada día, por lo inteligente y sofisticada. El Invisible, luego de convencer a sus aliados soviéticos y de Europa del Este para que se demerengaran, ha hecho destruir completamente Cuba con el sólo propósito de confundir al enemigo y hacerles creer que lo que está siendo derrotado es el socialismo (¿o muerte?). He podido observar como los incautos e inadvertidos capitalistas de la Madre Patria consumen sus últimas toneladas de jamón de Jabugo y sus penúltimos toneles de Pedro Domecq. Para agregar más confusión a la situación, nuestro Victorioso Coma-andante ha fingido una grave y desconocida enfermedad llamada “Secreto de Estado”, que tiene intrigada a toda la comunidad científica internacional. Menuda sorpresa se llevarán cuando el Histrión-commander se yerga desde sus ruinas para dispararles el tilo de gracia con uno de sus interminables dis-cursis.

Durante su falsa enfermedad el Camaleón-commander ha descubierto una nueva técnica para mantenernos sigilosamente informados de las calamidades que sobrevendrán al planeta Tierra antes del cataclismo final. Dada la imposibilidad de dar largos discursos en los que delataría al enemigo su proverbial vitalidad y su estrategia, el Blogger-commander ha estado utilizando las nuevas tecnologías para, mediante el aún más novedoso procedimiento del copia y pega, dar cálculos exactos de todos y cada uno de los tres mil millones de muertes que ocurrirán en los próximos 10 años a causa de la delirante idea capitalista de sustituir parte de los hidrocarburos por biocombustibles. Los datos que posee nuestro Genio-commander son sorprendentemente exactos acerca de la cantidad de flexiones de piernas que cometerá cada cortador de caña antes de morir de desempleo.

Otras de las geniales ideas de nuestro Bigbrother-commander está a punto a tener un éxito rotundo. Se trata como recordarás de la construcción del “hombre nuevo”, porque yo te pregunto ¿podría construirse el hombre nuevo sin destruir completamente al hombre viejo? No, eso está absolutamente demostrado, que mientras exista el “hombre viejo” el “hombre nuevo” no podrá desarrollarse, pues será contaminado con todos los vicios de este. Entonces, por lo pronto, el Newman-commander no sólo ha condenado a muerte a los tres mil millones que te mencioné arriba, sino que, además, para dar el ejemplo, está empezando por casa y ya en este mismo año de su fallecimiento la población cubana de Cana-rreos adentro ha comenzado a disminuir, aunque hay que reconocer que, en parte, porque ha aumentado aceleradamente la población de Cana-rreos afuera. Luego de conseguida esta primera fase de la desaparición del “hombre viejo”, víctima de las calamidades que le esperan y cuando ya no quede un solo ejemplar de esta despreciable especie en el planeta, transformado para ese entonces en el Paraíso Quinquenal, volverá a ser poblado por millones de “hombres nuevos” surgidos de la barba de nuestro Papá-commander.

Cumplido mi más elemental deber de informarte sobre los últimos acontecimientos ocurridos en la Blogosfera, de lo que espero hayas sentido un extraordinario goce, me despido de ti con la vana (de vanidad) esperanza de que algún día me contextes.

Mientras tanto seguiré visitando el Blog de ese tal, Enrique del Risco, que suplanta tu personalidad, para ver si, algún día, coincido con Arangueño y me deleito con alguna de sus amenas disertaciones tales como: “Estudio sobre la influenza de la zafra del 70 en El Quinquenio Agris-dulce” o “Estudio sobre la impotencia de los discursos del Coma-andante en la litera-dura cubana”.

En cuanto a darle espesor o extensión a tu obra libertaria, aunque conozco algunos métodos (verbigratia añadirles papa o, más modernamente, soja) que le han dado un impeorable resultado a algunos de nuestros más ilustres apellidos literarios, no te lo recomiendo, por una razón muy simple, según Borges, (Serbio, el director del equipo Cuba), el espesor, en la litera-dura, da escozor, en los genitales externos.

Como última cuestión quisiera advertirte, que para que ni se te ocurra, ni te pase por la mente en ningún momento apoderarte del título de mis inselectas obras, que publicaré postema-mente, lo dejo aquí reservado: Se llamarán: “Obras Ex_cogidas”. Si acaso te atrevieras a usurpar mis izquierdos sobre este título, sabrás que te enfrentarás a una demanda de divorcio.

Si más te saluda afectuosa-mente

Infortunato Liborio del Campo y su altera-egos Conde de Lotromonte.