miércoles, 27 de junio de 2007

Chick Ferrari 7


Capítulo VII

El alien obedece las ordenes de Chick y entra en la pecera. Chick con la pecera bajo el brazo se dirige a las afueras de la estación de bombeo donde lo espera un grupo de pasajeros de la nave y les explica la situación. No todos están de acuerdo en viajar con un alien pero al final aceptan, unos conmovidos con su tierna figura y otros con la pistola de Chick. Luego se dirigen a las bodegas del J&B lunar y cargan con todo su contenido hacia el avión. Con el capitán preocupado por el exceso de peso la nave parte finalmente hacia Santa Rita del Valle, el planeta donde los espera la felicidad eterna.
Luego de dos horas de vuelo un señor comienza a mirar insistentemente por la ventanilla que le corresponde. Grita.
-¡Es Él ,es Él! ¡Dios esta allá afuera!
-¿Qué pasa hombre? ¿Has visto un tipo grande de barba blanca flotando en el espacio? –pregunta Chick.
-Sí, sí -dice el viejo terriblemente excitado.
-Pues seguro que se trata de alguna publicidad de las Navidades de Júpiter y ese que estás viendo es Papá Noel.
-¿Como piensas que puedo confundir un vulgar anuncio con la imagen del Señor? Si digo que es Él, pues es Él.
Todos en la nave se lanzan hacia las ventanillas de estribor con lo que esta se inclina un poco hacia ese lado. Chick aparta de un empujón a una viejecilla que miraba por la ventana y, efectivamente, se encuentra con la luminosa imagen del creador.
-Pidámosle un deseo -grita un integrante del comando Atlántida Helada e Independiente.
-Idiota- le replica su jefe- ¡es el Todopoderoso, no una estrella fugaz! Somos afortunados con sólo contemplar Su imagen.
Casi todos en la nave sucumben a un ataque de misticismo. Sólo Chick, el alien, un coreano que filma la escena con una cámara de vídeo y uno que no ha dejado de dormir, parecen conservar la calma.
Una mujer se ha hincado de rodillas en el pasillo de la nave y no para de decir:
-¡Dios mío, Dios mío, Dios mío!
-Discúlpenla -suplica el marido- ...ella siempre ha sido bastante posesiva.
Chick en cambio piensa que le gustaría hacerle unas cuantas preguntas al Omnisapiente. Por ejemplo:
-¡¿Dónde esta mi papá?! -grita a voz en cuello.
Al momento todos empiezan a preguntarle a gritos al Señor sobre algo que perdieron. Una azafata pregunta por una tortuguita que perdió cuando niña, otra por su virginidad y una vieja pregunta por un billete de lotería premiado que extravió hace cinco años.
-¡Y el anillo que perdí en las vacaciones del 2053! -reclama la señora que lleva el zorro vivo en el cuello. El zorro en cambio permanece en silencio sin apartar la vista de Dios.
-¡A callar idiotas! -ruge el capitán de la nave.- ¡Paren de una vez de hacer estupideces! ¿No se dan cuenta que el Señor nos está hablando? ¿No comprenden que hemos sido elegidos para escuchar Su mensaje?
Efectivamente, Aquél está moviendo los labios, sólo que el hermetismo de la nave impide escucharlo. Una angustia suprema se apodera de todos: ¿es que las divinas palabras serán perdidas para siempre?
-¡Ya lo tengo! –dice el capitán de la nave- Ese que duerme está sordo pero sabe leer los labios.
En segundos lo despiertan y le explican la situación. El sordo accede a traducir el movimiento de los labios de Dios.
-Eso sí, que quede claro que además de sordo, soy ateo.
Ya frente a la ventanilla todos están pendientes de su traducción.
-¿Que dice? -lo apremia el capitán.
- Ahora está pasando la publicidad.
- ¿Coca cola?.
- No, está recitando el inicio del Génesis. Parece que piensa que con ese tamaño uno tiene que creer todo lo que diga.
-¡Basta de herejías y limítese a traducir!
El sordo sigue observando atentamente. De pronto palidece y mientras la imagen del Creador se va disolviendo le gritan.
- ¿Qué dijo?
-Que...-traga en seco y sigue- en cinco segundos ... chocaremos con un meteorito.

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