viernes, 2 de septiembre de 2011

Volver al pasado

Joaquín Infante Ugarte, artífice de las actuales reformas económicas en 1963 era director de Finanzas y Precios del Instituto Nacional de Reforma Agraria. Igual le valdría presentarse como asesor de Diego Velásquez en la aplicación del sistema de encomiendas, algo más antiguo que la Reforma Agraria aunque más productivo. “El socialismo es irrevocable” dice Ugarte con la misma convicción con la que el Capitán General Tacón a la altura de 1835 hablaría de la irrevocabilidad de la condición colonial del país. También puede decir “Jamás regresaremos al pasado” sin que estemos seguros de que se refiere al batistato o a los taínos aunque con el nivel actual de las fuerzas productivas la coa y el burén suenan a alta tecnología.

Da gracia ver a esos ancianos afirmando que nunca regresaremos al pasado. Que lo digan unos jovencitos pase porque tienen una vida por delante. Pero para esos ancianitos que siguen diseñándole la vida a los cubanos el regreso al pasado significaría recorrer La Habana en un Buick nuevecito, cortesía del Ministerio de Bienes Malversados, pistola a la cintura y energía para caerle atrás a las mujeres más bonitas del país. Pero ellos no pueden ni necesitan volver al pasado: ellos son el pasado que no se acaba de terminar. Y medio siglo después piensan aplicar las mismas fórmulas que iniciaron la destrucción del país. Fórmulas que sólo la desesperación y el desgaste pueden hacer lucir atractivas. La llamada actualización del sistema es en realidad llevar a Cuba a 1967, justo antes de la Ofensiva Revolucionaria que ilegalizó bares privados, los timbiriches y la casi totalidad de los trabajos por cuenta propia tal como la describiera su gran estratega, el hoy Fantasma en Jefe:

Y en el camino de la ofensiva revolucionaria no solo, queremos expresar, se han expropiado los bares privados, sino que se han cerrado todos los bares estatales, todos los bares. Eso no quiere decir que se prohiba que alguien tome una cerveza, ¡no!, pero que la compre donde le corresponda y se la tome en su casa o donde quiera, porque no tenemos por qué estar promoviendo la borrachera; ¡lo que hay que promover es el espíritu del trabajo! (APLAUSOS.) Es decir que se han cerrado los bares estatales; ese tipo de “timbiricheo” no beneficia a nadie ni le interesa a nuestro pueblo trabajador. (15 de marzo de 1968)

Desde que con la ofensiva revolucionaria hasta los timbiriches más pequeños desaparecieron y se acabaron los negocios particulares ya el dinero no se puede utilizar como medio de enriquecimiento de un individuo que pone un timbiriche, compra veinte pesos de pan y de otras cosas en las tiendas o en bolsa negra y vende cincuenta, sesenta o setenta pesos de mercancías. Ciertamente, cuando la Revolución suprimió los negocios privados dio un extraordinario paso de avance. Ya no hay nadie en nuestro país que se pueda ganar 100 pesos en un día. Es decir, ya no hay nadie que pueda ganar 30 veces lo que gana un obrero trabajando duramente. Ya no hay nadie que sin sudar la camisa pueda ganar 30 veces más que el que suda la camisa (APLAUSOS). (26 de julio de 1968)
Y ese es el problema de volver al pasado: a menos que te quieras engañar ya sabes todo lo que va a venir, paso a paso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que bellas palabras del comandante!

Anónimo dijo...

Así mismo Enrisco, que triste es todo.