miércoles, 15 de febrero de 2012

Esclavos catedráticos y falsos cimarrones

Unos días muy intelectuales estamos teniendo con feria del libro donde antes se celebraban competencias de tiro al blanco con personas reales, presentación con aro, balde y paleta de la última novela ministerial y debate sobre si los intelectuales cubanos que juegan en la parte de afuera del territorio nacional tienen derecho a integrar el equipo Cuba. En cuanto al último caso parece que sí, siempre que obedezcan las exóticas reglas con las que juegan la mayor parte de los intelectuales interiores. Dichas reglas exigen actuar como si fueran ciudadanos suizos: neutrales hasta en el betún de los zapatos. Yoani describe muy bien a estos intelectuales modélicos en un post que acaba de publicar:

Perdido en la metáfora, el buen intelectual evita acercarse a la realidad por aquello de que lo universal hará más trascendente su obra que lo local. Esconde en algún pasaje simbólico de su guión teatral, en la parábola de un verso o en la figurita apenas visible de la esquina del lienzo, esa dosis de crítica que le permitirá después pavonearse de que él “nunca se calló”. Sabe muy bien de la censura, la simulación y el miedo que corroen su trabajo, pero responde airado a quién se lo recuerda. ¿Y qué quieres, que me vaya a trabajar a la construcción? le espetará a quien critique sus demasiadas concesiones. Prefiere abordar lo erótico más que lo político, el pasado antes que el presente, recrear los clásicos en lugar de sus contemporáneos. Una vez su nombre estuvo en las listas negras y en las grises, pero ahora le dan homenajes y le entregan medallas. Tiene un acceso a Internet desde su propia casa y hace un par de años disfrutó de un fin de semana con todos los gastos pagos en un hotel de Varadero.
Sobre el debate local sobre si los intelectuales que juegan en ligas extranjeras son preseleccionables Andrés Reynaldo publicó también hoy un magnífico artículo en Diario de Cuba:

Nada más loable que abogar por el reencuentro de las dos orillas de la cultura cubana, dividida por la omnímoda voluntad del dictador. Solo que la tarea sobrepasa el marco de la UNEAC. Pertenece, por lógica, al Estado de Derecho. Extirpada la dictadura y restituidas las libertades, desaparece el problema. Por arte de magia. Cada cual escribe, pinta o canta lo que le viene en gana. Cada quien entra y sale de su patria sin necesitar la aprobación de las autoridades. Si los miembros de la UNEAC no pueden o no quieren expresarlo así, sus razones y/o sus miedos tendrán. Pero que no vengan con el repugnante eufemismo de que el cisma ha sido provocado por la intolerancia de parte y parte.

[…] Es muy probable que la franca intención de este esfuerzo sea abrir caminos, romper barreras, arrancarle a la dictadura desde adentro un margen de legitimidad para la creación de la diáspora. Pero estas batallas hay que darlas sin doblez, de cara al toro. De lo contrario, a estas alturas, no pasan de ser unos macabros juegos florales, una performance de onanista transgresión adolescente. A las cosas por sus nombres. Cuba padece la más larga y recalcitrante dictadura en la historia de las Américas, en alianza con una anacrónica y esperpéntica internacional de demagogos, ladrones y terroristas. En ese tren que ruge hacia el abismo no hay asiento para la auténtica creación libre.
Y ahí quedan resumidos dos de los grandes aportes de los últimos cincuenta años a la cultura nacional, o más exactamente al género de teatro bufo. Los personajes del esclavo catedrático y del falso cimarrón. En realidad son el mismo personaje con una pequeña diferencia geográfica. El segundo se asienta en cualquier palenque lejos de la hacienda pero se sigue comportando con el cuidado con que lo hacía allá sino es que estalla en arranques de entusiasmo por sus antiguos amos, supongo que para que no los acusen de resentidos. Por su parte los esclavos catedráticos, recién ascendidos a caleseros y sofisticada verborrea mediante, se esfuerzan en liberar a la humanidad de los prejuicios injustificados que siente hacia la esclavitud, una institución tan generosa que ahora se plantea tratar a los falsos cimarrones como si nunca hubiesen salido de la plantación. Digamos que como esclavos honorarios.

2 comentarios:

Garrincha dijo...

ZooT!
Bazinga!

Anónimo dijo...

Leonardo:
Pa dura: tu cara!

Mira que toda la muela bizca esa para hacerte el sueco, mejor que se dedique a la cronica de los Industriales.
En Parraga llega bien Telerebelde.

peyo el afrocan