miércoles, 27 de enero de 2016

El Lele (1944-2016)

Hace unos días falleció en La Habana Miguel Ángel Rasalps, cantante conocido como el Lele, fundador y voz principal de Los Van Van desde 1969 hasta 1972, grupo al que regresó brevemente en 1980.  También fue fundador de la igualmente formidable agrupación Los Reyes 73. Su abrupta desaparición de la escena cubana fue un misterio durante años que acrecentó la leyenda que lo acompañaba desde que le diera voz a los primeros éxitos de la orquesta más famosa del país. Luego de años de marginación, vicisitudes económicas y problemas de salud se marchó a Chile 1998 de donde regresó años después donde se le acogió con esa extraña generosidad con que en Cuba se recibe a los hijos pródigos: vuelta al redil a cambio de silencio. (Aunque ahora que lo pienso, no es tan extraña esa generosidad: al fin y al cabo es el mismo trato que debe haberle propuesto la Inquisición a Fray Luis de León). Ayer Granma daba al fin la noticia de su muerte expurgando, por supuesto los detalles más incómodos de su biografía. Antes que Ricardo Alarcón declare que el Lele nunca dejó de cantar en Los Van Van o nunca vivió en Chile me permito citar partes de una entrevista que le hiciera años atrás en Chile Miguel Cabrera Peña:

"Pero mi principal problema en Cuba fue que nunca quise pertenecer al Partido. Mi partido fue y será siempre yoruba... Por cierto, que tengo que hacer Obbatalá... Todo el mundo sabe que durante mucho tiempo tener creencias religiosas estaba prohibido". […] "Los coros que yo hacía, 'sin libertad no hay arreglo' o 'la libertad es el comienzo de la vida', 'me cansé de hablar', provocaron que varios jefes de núcleos del Partido me llamaran la atención. Yo creaba esos coros con la más absoluta inocencia política. El número Mañe, mañengo, que es una frase utilizada en el oriente del país y describe a personas descuidadas y mal vestidas, lo prohibieron porque decían que así se le llamaba a los que habían bajado de la Sierra. El estribillo y el título del número lo tuve que cambiar. Pasó a llamarse Baila que baila".[...]
"En el fondo, yo no caía bien. Mi integración política distaba de ser la que de mí se esperaba. Tampoco rechacé nunca a esas personas que viven en las fronteras de la marginalidad y que suelen seguir fielmente a las agrupaciones como en las que yo participaba. Ellos forman también parte del pueblo y poseen una tremenda intuición musical. Yo era como una tuerca que no encajaba en el engranaje".
Y se agrega en la entrevista:
En 1986 creó el grupo Jibacoa, que se disolvería cerca de los noventa. "En esta etapa me sancionaron porque no quise ir a cantar a Bayamo, donde ya había actuado anteriormente. En el mes de la sanción yo había sobrecumplido la meta que imponían los reglamentos de la institución cultural para el período. En todo caso correspondía una amonestación, pero me sancionaron, y luego me llevaron a un juicio laboral". Al promulgarse la ley que daba la posibilidad de retirarse a los 25 años de trabajo en el sector cultural, se acogió a ella, aunque el salario era lógicamente más bajo y no le alcanzaba para vivir. "Mi divorcio de la que había sido mi esposa por muchos años fue por esta etapa. Así, me vi con una jubilación insuficiente y en la calle". Durante tres años, y hasta que salió para Chile, vivió en campamentos en Alquízar, Quivicán y La Salud, donde trabajaba como obrero agrícola, bastante lejos de la capital. Se trata, en realidad, de empobrecidas poblaciones rurales. Cada quince días recibía pase, y entonces dormía en casa de sus hijos o de su compadre Alfredo —"a quien querré siempre"—, ex utilero en Reyes 73.
Al Lele no debe haberle extrañado la biografía retocada que le dedicara el Granma a su muerte. Ya en vida tuvo que soportarle a un entrevistador de la televisión cubana decirle en la cara “Siempre he querido preguntarle si fue una buena y sabia decisión haberse retirado". Recuerda aquel chiste que contaba -en los años en que los turistas españoles inundaban la isla un camarero le explicaba a uno de ellos que Hatuey fue un indígena que se dio candela por problemas personales:


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Enrisco por regalarnos un poco de nuestra historia musical y en particular, hacerle honor a la verdad y a la memoria de El Lele.
Sali de Cuba siendo nina y desconocia su triste historia. Es justo y necesario para el porvenir de una Cuba democratica y limpia de atrocidades para que despues no le hagan mas cuentos a ningun cubano futuro. La memoria,aunque selectiva, puede ser el mejor antidoto para no olvidar todo los horrores cometidos por ese regimen,hacernos una concienzuda auto-critica, y por fin construir un pais responsable y adulto. AT